Los diferentes accesos al pueblo destacan por sus paisajes, donde se mezcla la sierra con las superficies de cultivo. Las entradas al pueblo nos pueden defraudar, pero nada más que nos adentramos en las calles centrales nos vamos sorprendiendo, sus calles empedradas, casas señoriales con fachadas de gran valor arquitectónico y artístico que lucen con esplendidos colores al rededor de su iglesia de San Sebastian con los colores típicos de albero y rojo sangre propios de la arquitectura sevillana. Dentro de la iglesia donde ocupa en lugar de máximo culto su patrona la Virgen de Caños Santos, yo destacaría la pila bautismal que nos encontramos en una nave lateral (según reza del siglo XV) nada más entrar a mano izquierda . En la parte alta del pueblo destacan los restos del castillo árabe Hins Canit, en la torre del homenaje, muy reconstruida y con un toque moderno que no desentona nada con el resto de las ruinas se ha construido un centro de interpretación donde se expone materiales arqueológicos y replicas que explican la relación que existió entre las fortalezas de la Comarca del Guadalteba. La visita la podemos terminar tomando una cerveza o refresco en alguno de sus bares y pasando por el Monasterio del Santísimo Sacramento de las Monjas Carmelitas, del siglo XVIII, donde debemos comprar y probar sus excelentes dulces, os puedo asegurar que nunca he probado tortas o pestiños más ricos.
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